
Érase una vez un cuento, una historia, una leyenda… o quizás una gran verdad, tú… eres fiel, juguetón, agradecido, generoso, compañero, amigo, … eres tú!!!
Siempre conmigo, mi luz en la sombra, mi consuelo infinito, tú!!! Siempre tú, entendiendo mi dolor, mi enfado, mi alegría, mi tormento… y tú… siempre conmigo!!!
En la línea del tiempo han pasado muchos siglos desde que los perros, esos peluditos de cuatro patas pasaron a formar parte de nuestras vidas, creando vínculos afectivos indisolubles.
La empatía, nobleza, obediencia, lealtad, bondad, entrega desmedida y generosidad… y ese inexorable nexo de unión con el ser humano gestó senderos, caminos e ilusiones teñidas de amor eterno. Eres la mejor compañía y nos enseñaste a perdonar sin reservas, volver a empezar cada mañana sepultando en el olvido los enojos, en suma, a ser mejores personas.
Guiaste pasos en oscuridades espaciales con la luz de tu mirada y fuiste capaz de alejarme del miedo, del desconcierto de la inseguridad.
Eres la antítesis del llamado ser humano que llena su existencia de quejas tantas veces innecesarias repletas de injusticias irracionales. El estrés, la agonía del mañana, nunca fueron tus metas pequeño peludo, por eso decidí para el tic, tac, tic, tac del devenir y saboreé, paso a paso el hoy como si fuera el principio del fin.
Compañero/a de caminos, en un destino impuesto, que sigues sin reservas, sin preguntas, sin miedo y que siempre estas llenando mis aberrantes huecos de amor en tiempos de soledad.
Me proteges con tu vida si hace falta porque somos simbiosis hecha amor.
Según todo ello, dice la leyenda que cada perro es el doble del alma de sus dueños, su espíritu protector y que siempre, siempre cuidará, acompañará en los buenos y malos momentos y guiará a sus seres más queridos.
Nos enseñan a vivir el presente… Tu presente.
SON ETERNOS…
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